viernes, 17 de octubre de 2014

Retos y perspectivas del Movimiento estudiantil en IPN: Congreso Politécnico Nacional entre las redes del poder

México, Distrito Federal, 16 de octubre de 2014

1. Desde 1980 hasta 2013, el crecimiento promedio del PIB de la economía mexicana fue de 2.4% anual. En este contexto egresan anualmente un millón y medio de estudiantes de las instituciones de educación pública y privada, mientras la economía mexicana solo ha tenido capacidad para generar 600 mil empleos para los jóvenes que ingresan por primera vez al mercado laboral. De acuerdo a la Cepal (2014), esta reducción del empleo se debió exclusivamente a un menor grado de inserción en el mercado laboral de los jóvenes de entre 14 y 29 años (-0,7 puntos porcentuales), mientras que entre las personas de 30 años y más la tasa se mantuvo estable. Es de suponer que, ante la disminución de expectativas de conseguir empleo, muchos jóvenes que en sus hogares son trabajadores “secundarios” tienden a retirarse del mercado laboral. Algunos continúan en el sistema educativo o regresan a este para mejorar sus futuras opciones de inserción laboral, mientras que otros pasan a engrosar el segmento de las personas que no trabajan ni estudian (“ni-ni”). Según la OCDE (2013), México ocupó el primer lugar en el número de desertores escolares de 15 a 18 años, el último en el que los jóvenes tienen la expectativa de terminar el bachillerato y la universidad. Y ratificó el tercer lugar entre las naciones con mayor población juvenil que no estudia ni trabaja, con 7 millones 337 mil 520, condiciones que fueron calificadas por la OCDE, como una falla estructural que provoca la política neoliberal. En este contexto, la SEP (2014) nos informa que por cada uno de los 200 días de clases que conforman al ciclo escolar, 5.238 niños o jóvenes abandonaron sus estudios, con un costo de Más de 34 millones de pesos, por más de un millón de estudiantes que abandonaron sus estudios en los diferentes niveles de educación que ofrece el país en el ciclo escolar 2012-2013.





2. Los gobiernos priistas, perredistas como panistas, impulsaron reformas estructurales con el propósito de “fomentar el crecimiento económico”. Estas reformas son: la laboral, fiscal, financiera, de telecomunicaciones, educativa y energética, mismas que se aprobaron de manera violenta, con un probado entreguismo, sin consenso y con pésimos resultados en los ámbitos económicos, políticos y sociales.

3. El gobierno de Peña Nieto, se caracteriza por ser autoritario y represor, y con altos compromisos con la mafia nacional e internacional. Basta mencionar que el 71.5% de los municipios se encuentran bajo el dominio del narcotráfico y que el ejército se encuentra en desacato total, asesinando y con fusilamientos sumarios. Todo ello ha colocado al miedo como mecanismo de control social frente una izquierda reformista dividida y colaborativa con el poder transnacional y nacional.

4. En este marco hay que ubicar la situación del Instituto Politécnico Nacional haciendo un breve recuento de hechos. En el año 2000, se instrumenta el nuevo modelo educativo y en 2004 se aplica el modelo de integración social y se reforma el Reglamento interno previo aprobado el 30 de noviembre de 1998. Ello con poca resistencia estudiantil. Es importante señalar que la estrategia de tecnificación y privatización de la educación politécnica a través del modelo educativo, el modelo de integración social, así como del reglamento interno, entraron en contradicción con el espíritu fundacional del Instituto Politécnico Nacional plasmado en su la ley orgánica. De tal manera que el Reglamento Interno aprobado el 24 de septiembre del presente año, es el segundo intento de consolidar jurídicamente la privatización en el IPN. Por esta razón, la segunda reforma al Reglamento Interno es en realidad una gran y profunda reforma educativa, administrativa y laboral. Con graves implicaciones para toda la comunidad politécnica: alumnos, docentes, personal de apoyo e incluso para los propios directivos de mandos medios, en la medida en que la propuesta expresa que diversos aspectos académicos y administrativos quedarán sujetos solo a la decisión de la dirección general, que finalmente tendría en sus manos el rumbo del Instituto Politécnico Nacional como si fuera patrimonio personal.

5. El Reglamento Interno busca descentralizar la educación media superior, contribuir a la creación del bachillerato único, así como integrar la educación superior al Instituto Tecnológico Nacional. Por otra parte, el reglamento coloca la movilidad como eje fundamental del quehacer académico del IPN además de impulsar al interior del Instituto un gran mercado para las certificaciones de las carreras técnicas de educación superior. De igual forma considera la homogenización de los planes y programas de estudios tanto a nivel medio superior como superior a los criterios del mercado, con grandes impactos negativos en la calidad educativa de los estudiantes politécnicos. Y finalmente, con una inserción al mercado laboral deficiente y poco atractiva. Y sobre todo, la segunda reforma al Reglamento Interno es un instrumento para mantener y profundizar aún más al retrasó tecnológico del país.

Paradojas del actual Movimiento estudiantil
6. El movimiento estudiantil surge y se desenvuelve ante una gran paradoja. Por un lado, las reformas estructurales se aplican con poca resistencia social. Esto significa que el gobierno pensaba alinear al IPN con las reformas estructurales educativas y laborales, esperando poca resistencia, con el objetivo de presentar al Presidente Peña Nieto como el gran reformador y estadista que el país necesitaba. Por el otro lado, si la aplicación de las reformas estructurales en el IPN generaba resistencia social, no había problema, durante el movimiento que se generó ante la disminución del presupuesto al IPN, nunca comprobado, había dejado un tejido social dividido, confrontado y lleno de desconfianza entre estudiantes, e incluso entre estos y los profesores. Lo anterior aseguraba mayor control del movimiento y de sus demandas. Permitiendo al gobierno aparecer como el campeón de la democracia, y sensible ante las necesidades la juventud mexicana. Sin embargo, ante una sociedad herida, el movimiento estudiantil apareció como una esperanza para revertir la pérdida derechos humanos y laborales, que habría sufrido el pueblo de mexicano. La respuesta del movimiento estudiantil fue inmediata y contundente, y que habría que desactivar rápidamente desde la perspectiva gubernamental, sin perder el control institucional.

Sin respuesta las demandas de la Asamblea General Politécnica
7. Al igual que en la primer respuesta donde se hablaba de generalidades sin que las autoridades federales se comprometieran realmente a satisfacer en forma clara, puntual y oportuna las exigencias de la Asamblea General Politécnica (AGP), la segunda contestación no sólo es muy similar, sino que ahora a una de las demandas (la del castigo y fin del porrismo) simplemente la ignora.
Esta reclamación de terminar con los grupos de choque, de represión y de control tiene que ver con la vida civilizada, democrática, con que la comunidad se exprese libremente, con que se respeten y aseguren las garantías individuales (constitucionales) de alumnos, docentes y demás personal, con que haya un clima de respeto, de tolerancia, de no represión, de libertad. A dicha demanda la autoridad hizo mutis.
Éste, como los demás derechos civiles se gana y se pierden por la acción y por la inacción de la sociedad, de los sectores sociales, de las masas, de las bases. Aunque todo derecho ganado que subvierta el orden dominante buscará ser eliminado por el poder.
En la segunda respuesta (del 14 de octubre) siguen las evasivas, el desinterés y la falta de respeto a la comunidad politécnica, pues se contesta formalmente sin dar solución a las demandas. Y no sólo eso, sino que ahora se propone que sea mediante una mesa de diálogo rotativa entre autoridades y representantes de la ANP, con la Asamblea General Politécnica fragmentada, donde se acuerden agendas y las acciones a seguir para llevar a cabo un Congreso Nacional Politécnico. La premisa para proceder a todo ello es que primero se haga el nombramiento de la nueva autoridad por el ejecutivo federal, autoridad que seguirá fungiendo autoritaria y autocráticamente como sus predecesoras, en la sombra y contra los intereses de la comunidad politécnica.
La clara intención es no hacer ninguna concesión, no dar marcha atrás a la reforma educativa-administrativa, al establecimiento del bachillerato único, a la separación de los bachilleratos de las universidades, a dividir al movimiento, a presionar mediáticamente para que se acepte lo que se supone se ha otorgado, y a acallar la lucha para volver al orden del control vertical del IPN.
En la cultura neoliberal las instituciones sociales, las universidades en este caso, han sido moldeadas para adaptarse a las necesidades del mercado. El mercado y el capital subordinan todo a su lógica, y los poderes no pueden permitir que alguien se atreva a desafiar ese “sagrado orden” de cosas.
Por ello no es de extrañar que no se haga la más mínima concesión a la Asamblea que contravenga la política educativa de continuar privatizando la educación pública, de seguir formando en las instituciones de educación superior el capital humano competitivo que requieren las empresas, de educar para el empleo, de capacitar en habilidades técnicas, de controlar ideológica y políticamente a los jóvenes colegiales, de someterlos ideológicamente. De seguir, en suma, controlando autoritariamente al IPN.

¿Cuál es el juego del poder?
8. Qué representa el poder: la desigualdad, la antidemocracia, el cuidado del orden establecido, la corrupción, el control social; esto es, a las políticas neoliberales. El papel del poder es mantener el orden (el conjunto de hechos establecidos por el poder: de políticas públicas si se prefiere) y reproducir la desigualdad. En el caso del IPN (de la educación y de las universidades) propagar las finalidades escolares que son formar a los profesionistas que demanda el mercado y tener a un claustro magisterial desmotivado, con trabajo precario, amenazado y a la disposición de la autoridad.
Este es el orden que debe guardar el IPN (la UNAM, la UAM…), y el poder lo va a mantener inalterado y al costo que sea necesario: para ello están los órganos, los reglamentos, la coerción y la represión. Este es el orden institucional establecido desde hace más de tres décadas. Orden que en el caso actual se tiene que cuidar por órdenes internacionales del capital multinacional.
El poder es un universo de acciones; hay un contrato social impuesto, una violencia controlada, una intencionalidad autoritaria codificada; una relación desigual entre autoridades y población. En un poder autoritario, en una institución vertical como el IPN, la autoridad decide de antemano por los demás sin consultarlos, sin pedirles su opinión, no le interesa saber qué piensan, qué desean sus representados, qué es lo que les importa.
La autoridad se toma el atributo de representar a la comunidad porque así está en los reglamentos institucionales. Y éstos están hechos para reproducir los intereses de los que gobiernan, de los que verdaderamente mandan, que son quienes definen las funciones y las finalidades institucionales, que en el país están acotadas desde el exterior. Esto es, los que administran no son autónomos ni deciden según los intereses colectivos sino sólo ejecutan lo que les ha sido definido por los demás poderes superiores.
Qué hace un director, pongamos por caso: administrar, aplicar, controlar, cooptar, mantener el funcionamiento institucional en orden. Cuál es ese orden: lo que ya se ha definido. Qué hacen: aplicar lo establecido y aplicarse a quienes deben su cargo, a quien los ha nombrado, que no es la comunidad. La autoridad es a quien el poder delega la función de aplicar lo ya definido, o de definir y defender lo que se ha establecido de manera externa a la institución. El director es un mandadero y no un representante de su comunidad porque ésta no lo inviste, no le otorga el cargo, no le toma juramento, y éste no se compromete con ella; por tanto, la comunidad no le puede acusar de incumplimiento, de ilegalidad, de ineficiencia. Los que lo ungen sí.
El administrador es el representante del poder, a él se debe, a él responde y a él está sometido. No es soberano ni autónomo ni independiente. No ha sido electo por el voto universal que delega en él sus intereses. Es quien representa la justicia formalizada. El juzga sin ser juzgado. No se permite que la comunidad haga justicia por su propia mano, por vía de acción directa, porque es un delito. Y los delitos se castigan.
Cuando las acciones y las decisiones se delegan se pierde el derecho de ser el actor directo. Y los delegados, puede darse el caso, que decidan acciones contrarias a la voluntad de sus representados. Y como no actúan con límites, pueden alegar que es una acción legal, mandatada.
Por tanto, la soberanía no se debe delegar, no se debe transferir, porque entonces a quien se le concede se vuelve el detentador de dicha autoridad que es irreversible. Y el representante y el representado no coexisten nunca simultáneamente. La soberanía la ejerce uno o el otro. El representante borra y suprime al representado; la verdadera representación es la directa no la delegada. En teoría pura bastaría con quitarle la capacidad de decidir al representante. Pero estamos ante un mundo configurado por la fuerza… y el poder castiga la violación a su orden institucionalizado. El poder no renuncia a la violencia porque la administración tiene que poner y guardad el orden, tiene que imponerlo.
Imponerlo con las fuerzas del orden que no están para ejercer la justicia. Justicia y orden se contraponen porque el orden neoliberal es injusto, autoritario, eliminador de libertades y derechos sociales, pero reproductor de privilegios de clase, de jerarquías, y de desigualdades sociales.
El actual orden es desigual. El orden neoliberal se ha impuesto a sangre y fuego; se ha establecido para crear privilegios no para combatirlos. Creer lo contrario es servir a sus intereses. Pensar que el poder está dispuesto a jugar limpio, a ser confiable, a aceptar su derrota… es soñar, es ser irresponsable; es entrar al juego del poder que buscará corromper todo lo que pueda.
La relación con el poder es una relación de fuerzas no de voluntades y declaraciones “bienintencionadas”. El poder no es simbólico es fáctico y hablar con él, negociar, implica correlación de fuerzas que hay que acrecentar para no ser suprimidos, negados, ninguneados, hechos a un lado. El arte de la política es acumular fuerzas, unir voluntades, actuar según los intereses comunes, con las fuerzas movilizadas y dispuestas a la acción directa para conseguir lo que se demanda.
Porque el orden del que el poder está encargado, el orden neoliberal, donde se confrontan las fuerzas, no consiste en poner orden, sino en imponerlo, sin importarle que sea mediante la violencia atroz. El orden no está dado sino que se impone y reproduce en forma permanente. Y el orden neoliberal es una ordenación de desigualdades, de desigualdades de hecho, lo cual implica también desigualdades de fuerza. ¿Y la justicia? No es función de la autoridad que sólo se encarga de mantener el orden. Y el orden en manos del poder es el monopolio de la violencia de hecho.
Según el poder todo descontento, toda inconformidad hay que encauzarla por los medios institucionales, por los medios civilizados, pero sucede que estos medios son desiguales, autoritarios, hechos para guardar el orden establecido.

Promesas y realidad
9. Este es, a grandes rasgos, el carácter del poder y el juego al que éste está invitando que participen los delegados de la ANP en su mesa de diálogo; que además estarán en su cancha, a lo sumo con condiciones consensadas.
Si la ANP acepta participar en la mesa, ahí se desdibujará el movimiento, ahí los entretendrán, desgastarán, cooptarán y los exhibirán. Para la autoridad el congreso es sólo una declaración sin compromiso real de su realización. Es una simple respuesta a un deseo, que para la sociedad del IPN es una necesidad y una oportunidad para hacer de esta institución un organismo al servicio de las necesidades cognitivas, científicas, tecnológicas y productivas para el logro del bienestar y la justicia social.
El poder no ha cedido ni va a ceder si la ANP no cuenta con la fuerza y la inteligencia política para obligarlo a negociar en condiciones favorables a la lucha del IPN. La ANP va contra reloj y contra la lucha política más elemental en todos los sentidos. De continuar aislándose de las demás luchas sociales (no entienden el momento político, el desprestigio gubernamental, la irritación social, la agudización del descontento, la creciente inconformidad popular y las contradicciones entre los grupos y mafias del poder nacional e internacional), de seguir alejado de los sectores del IPN, tendrá que aceptar, sin más, lo ahora ofrecido: difícilmente le ofrecerán algo más, no tendrá más opción, aun cuando decidan alargar el paro, para luego entregar las instalaciones en forma más que anárquica, sin repliegue ordenado y descoordinado de los movimientos sociales.

El poder no tiene prisa, ni es su prioridad el IPN, tiene otros asuntos que son una papa caliente que tiene que atender, porque internacionalmente se lo están exigiendo. El desprestigio del régimen está siendo exhibido por todas partes. Tienen que tratar de poner orden primero en los asuntos de Ayotzinapa, luego si se le exige tiene lo de Tlatlaya, el IPN más lo que se le acumule en la descomposición y crisis del régimen autoritario narcotizado.
Por la unidad entre estudiantes, docentes e investigadores y trabajadores no docentes.

Por un Congreso Politécnico Nacional democrático y resolutivo.
Por hacer del IPN un espacio civilizador, crítico y comprometido con la sociedad a la que se debe. Y a la vanguardia en el desarrollo de la investigación y la innovación tecnológica del país.
Atentamente
Profesor Álvaro Mendoza
Profesor Pedro Antonio
Profesor Víctor Fuentes
Profesor Guillermo Domínguez
Profesor Mario Gabriel Rangel

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